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"Si aguantabas la golpiza y no llorabas te ponían a jalar con ellos" Monterrey

En los últimos meses, la percepción de inseguridad en Nuevo León ha ido en aumento. De acuerdo con datos del INEGI, durante el mes de junio 2017 la percepción de inseguridad fue de 80.8 por ciento, mientras que en marzo 2017 se encontraba en 70.2 por ciento y en diciembre del 2016 en 67.8 por ciento.

Por el otro lado, la página oficial del Estado de Nuevo León publica que en la entidad sólo se cometieron tres secuestros en el mes de junio 2017, así como 63 homicidios dolosos. En un estado con 51 municipios/ciudades y una población de más de cinco millones de habitantes, estas cifras no parecen concordar con la alta percepción de inseguridad. Más si se toma en cuenta que, según estos datos, en toda la ciudad de Monterrey hubo sólo seis robos tipo cristalazo en este periodo.

Al vivir en Monterrey, he sido testigo de los altibajos de violencia en la ciudad. Como consenso popular, se considera que los años más violentos en la entidad fueron 2010 y 2011. Sin embargo, en los últimos meses se han disparado de nuevo las ejecuciones y delitos de alto impacto, llevándonos involuntariamente a revivir las historias de algunos hechos que presenciamos.

Muchos de los hechos violentos que ocurren en las calles, tiendas, centros comerciales o cualquier escenario donde el narcotráfico puede encontrar un campo de batalla se quedan como simples relatos cotidianos. No se convierten en cifras ni llegan a las planas de ningún periódico. Únicamente aquellos presentes guardan la memoria de lo ocurrido. Presentamos algunas de esas historias que muchas veces no aparecen en cifras ni medios.

Junior, 30

Una vez estaba en un Oxxo cuando de pronto afuera se encuentran policías y un grupo armado. Comienza un enfrentamiento y los malandros comienzan a huir. Uno entra a la tienda e instantes después un agente de la AFI (corporación extinta) también entra, buscándolo.

El malandro llorando le suplica que no lo mate. Ignorando esto, el agente le dispara en la cabeza sin mostrar señales de duda. El despachador de la tienda estaba muy asustado, casi en shock, limpiando el piso lleno de sangre.

Dan, 26

Una noche estábamos tomando cervezas en mi casa, que está frente a una avenida. Cerca de las 4AM escuchamos que chocan frente a mi casa. Nos asomamos y vemos que comienzan a bajar personas armadas. Segundos después iniciaron cinco minutos de ráfagas. 

Acribillaron a dos dentro de un carro; uno más corrió y le dieron alcance en otra calle. A la media hora llego una grúa sin placas y levantó el auto baleado, junto con los cuerpos. Se supo que esa noche hubo cerca de ocho muertos en la zona. Por supuesto nada de esto salió en las noticias.


Julio, 28

Cuando estaba más gacho, entraban carros con gente armada a la colonia nada más a ver a quién chingaban. Una vez pescaron a los morros que se juntaban en ese tiempo, los encañonaron, hincaron, y los robaron. 

También los amenazaron y les dijeron que no querían que se juntaran así como en pandilla. Pasó eso como dos veces. Además, cuando entraban le decían a la gente de la calle que se metieran. Los que estaban en convivio con música en la calle y asando carne tenían que apagar todo y meterse.

Juany, 60

Una mañana me dirigía a mi trabajo. Caminaba cerca de diez minutos y debía cruzar un puente peatonal. Todo iba bien, como cualquier otro día, hasta que subo el puente y noto que hay una bolsa negra, grande, de esas de basura. 

Me llama la atención la bolsa, ya que no debería estar ahí. Al pasar a un lado de ella noté que escurría y que el piso estaba manchado. Eran brazos y piernas cercenadas medio saliendo de la bolsa, en un charco de sangre. Lo único que hice fue caminar rápido y al llegar al trabajo comer un poco de azúcar para el susto.

José, 56

Tengo un puesto de tacos por la noche. Durante un tiempo, un grupo de gente de un cártel llegaba a cenar dos a tres veces por semana. A veces era una camioneta llena de gente, otras hasta cuatro o cinco vehículos. 

Dejaban las armas en los autos, se quitaban fornituras y se acercaban al puesto a hacer su pedido y comer. En una ocasión estaban comiendo tres sujetos del grupo, cuando de pronto pasó una ambulancia. Se paró frente al puesto unos segundos y después prosiguió su marcha para volverse a parar 20 metros adelante. 

En ese tiempo era común que los cárteles utilizaran vehículos repartidores, ambulancias, etcétera, para cometer sus actos por sorpresa, como camuflaje. Los tres sujetos de inmediato corrieron a la camioneta y tomaron sus armas, colocándose en posición, apuntando y listos para disparar. 

De la camioneta bajo a prisa una persona, abrió las puertas de atrás de la ambulancia y las cerró fuertemente; sólo estaban mal cerradas. Se acercó al puesto y ordeno unos tacos; no vio nada. Era un antiguo cliente. Nunca le dije lo cerca que estuvo de ser acribillado.



Janeth, 27

Una vez andaban dos camionetas de esas grandotas pase y pase en la calle. Dieron como cuatro vueltas y de pronto se pararon en casa de una amiga. La sacaron a ella y a su hermana. Después les pidieron dinero para soltarlas, como una especie de secuestro. El detalle es que resultó que eran policías. El novio de mi amiga vendía droga y las incriminaron como si ellas también lo hicieran. Fue una especie de extorsión. Las devolvieron muy golpeadas.

También a una amiga le levantaron a un hijo. Su hijo cumplía años y estaban celebrando. Él casi no tomaba pero ese día por celebrarse sí lo hizo. Salió de su casa durante la fiesta y al intentar cruzar la calle pasaron unas camionetas rápido y lo rozaron. Él les grito que no era de plástico. Las camionetas se regresaron y lo levantaron. Nunca se volvió a saber nada de él. Tenía 24 años y en un mes se iba a casar.

Reyna, 34

A principios de año estaba en casa con mis hijas y mi esposo. Era como la 1AM y él salió a encender el boiler, pero dejo la puerta abierta. En eso vi venir a una mujer corriendo descalza y ensangrentada. Antes de que mi esposo reaccionara la mujer entró a la casa gritando que la querían matar, que habían herido a su esposo y a sus hijos. 

Ella estaba muy golpeada y con una herida en un costado. Le marqué a la policía municipal y cuando llegó la mujer no quería salir, gritando que eran de los mismos, que estaban coludidos. 

Le dijimos a la patrulla lo ocurrido, así como también a los guardias de la colonia. De inmediato fueron a revisar la casa de la mujer. En eso, ella se fue corriendo y cuando volvieron los policías fueron tras ella. Una vecina vio cuando la capturaron, golpearon y subieron a la unidad. Horas después se escucharon ambulancias y policías para atender a los lesionados. 

Al día siguiente, los guardias de la colonia nos dijeron que todo estaba bien, que había sido una pelea de pareja, aunque toda la colonia sabía que no había sido así. La familia de la señora tuvo problemas con otros vecinos, los cuales los atacaron con cuchillos y golpearon y efectivamente estaban aliados con los policías. La mujer y su familia abandonaron la casa.

Misael, 27

En la colonia donde vivo, hubo un tiempo en que no podías caminar de noche. Si te miraban los malandros te llevaban a un campo donde se reunían y te interrogaban de todo, qué andabas haciendo y todo eso, si consumías drogas o si trabajabas para alguien. 

Esto mientras te ponían la putiza de tu vida. Incluso si los policías te paraban te llevaban con ellos; todo estaba arreglado. Si aguantabas la putiza y no llorabas te ponían a jalar con ellos. A mí me golpearon dos veces.