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Crónica de cómo se anuncia una muerte; Entonces se arma al rato? Puro Bucanas

Sí, no fue cosa menor, plebe. También lo sé, ahí nomás quedas. Bueno, ¿entonces se arma al rato en el Mentados Cántaros? Puro Bucanas.

Todo el día continuaste con lo mismo de siempre, Pirata, la publicación en tus redes, el video a la raza, atendiste a tus 325 mil seguidores de Instagram, fuiste a la cocina por una cerveza, comiste satisfactoriamente, regresaste por otra cerveza, volviste a subir una publicación a Instagram.

La imagen de una mujer desnuda, una tuya con un trago en la mano, trepado en un carro, besando a una plebe, cantando, con una metralleta, con policías, marinos… 

En tu último video le dices a la raza que vas a estar en el Menta2. Tú diste las coordenadas, Juan Luis, sí, porque así te llamas. A veces lo olvidas, Pirata. También silencias tus orígenes, tu padre desconocido, tu abuela pobre, la madre que te abandonó. ¿Y no recuerdas Navolato? Seguro que no. 


Hace un par de años que llegaste a Sinaloa y mírate, puro Bucanas. Lana, carro, fama. Hace tiempo que dejaste eso en el pasado. Debes prepararte para la noche. Otra sesión más de tu cómica vida. Que te recuerden por ser artista, dijiste. 

Hasta un disco querías sacar. Mil likes en unas horas. Eres famoso, Juan Luis. Hay varios que te quieren ver jodido… pues que se vayan. Te bañas, te vistes, te calzas. 

Usas tu gorra de siempre, vas de nuevo a las redes sociales, otro video, otro audio, una cerveza más, un poco de güisqui, un trago, otro trago, mariguana, cocaína y más y más. 

Que sepan que eres un gran actor, no importa que sólo hayas cursado hasta el primero de secundaria. Eso qué importa, a quién le interesa que no sepas nada académico. Sabes beber, paeso sirves, plebe. Vámonos, ya es tarde. 


El Mentados. Ya lo saben todos. Que caiga quien quiera caer. Mira, Juan Luis, voltea, esos dos, esos tres, esos cuatro me parecen sospechosos. Sí, lo sé, ahí nomás quedas. Frente a la cámara eres el más divertido. Ya son 200 likes en unos minutos. 

Pero siguen sin parecerme confiables esos. Está bien, vamos por un güisqui, si no, a qué vinimos, plebe. Las cámaras están silenciosas, nadie graba ahora, Pirata. Frente a ti está tu vaso y estos hombres. Te apuntan. Fuego. 18 balas en cara, pecho, brazos. 

Las redes sociales se anegan de tu imagen. Ahí está el éxito del momento: el día que dejaste de hablar, el sonido por el cual serás recordado. De tus seguidores… nadie vino. Sólo tu tía. ¿La recuerdas? Sí, Juan Luis.

¿El Mencho, casualidad o causalidad? Ya hay un corrido en tu honor. Claro, ya no lo podrás escuchar. Nunca. Quizá mañana ya nadie se acuerde de ti, Pirata.


HASHTAG. La muerte de este joven sinaloense se une a las millones que han acontecido en este sexenio. 

Ayer se sumó la de Gumaro Pérez, asesinado en un festival de la escuela de su hijo. La Fiscalía dice que era parte de Los Zetas. De periodista nada tenía, dicen las autoridades. 

Las muertes van y vienen, se apilan los nombres y los cuerpos en un mismo montón. Tanto Gumaro como Juan Luis Lagunas tuvieron, a decir de las evidencias, en el caso del segundo, y a decir de la Fiscalía, en el caso del primero, nexos con el narcotráfico. 

En caso de que ambos, efectivamente, estuvieran relacionados, quedará la eterna pregunta de por qué se unieron a esas fuerzas, por qué llegaron a relacionarse, qué condiciones tuvieron que vivir para acercarse a lo peligroso que resulta la vida de la droga y la violencia. 


Organizaciones como la ONU lamentaron el crimen del periodista, hay que añadir que también pesa el fallecimiento del bloguero —menor de edad, además. Cualquier muerte debe lamentarse, investigarse. 

Toda muerte deja deudos, deja llanto, desprotección, deja otra herida más en la ya de por sí lacerada familia mexicana.