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Todos los privilegios para “El Chapo” Reportaje.

Todos los privilegios para “El Chapo”
La estancia de Joaquín El Chapo Guzmán en el Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) número 1, el Altiplano, fue breve, pero estuvo llena de privilegios. No se sabe que –como cuando estuvo en el penal de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco– haya organizado fiestas, llevado grupos musicales o haya tenido opíparas cenas de Navidad con su familia, pero sí tenía prebendas que ningún otro reo podía comprar.

 Desde su llegada –aunque portaba el mismo uniforme color caqui que los demás, el suyo con el número 3578–, para todos fue “un señor de respeto”, tratamiento que costaba miles de dólares, sin que alguien se atreva a especular sobre una cantidad precisa. Se afirma que nunca fue tratado como la mayoría de los presos. Nunca.

 Uno de sus privilegios era el relativo al corte de cabello, algo importante para el vanidoso capo. En el año y cinco meses que estuvo en el Altiplano, sólo se recuerda haberlo visto una vez a rape, como lo mostró la procuradora Arely Gómez en la conferencia de prensa del martes 14. A diferencia de los demás presos, tenía abundante cabellera, algo prohibido en el Cefereso por cuestiones de higiene.

 En el video en el cual se ve al preso momentos antes de su fuga, se aprecia que no tenía rasurada la cabeza. La Secretaría de Gobernación (Segob) intentó una explicación: ya le iba a tocar corte, pues éstos son cada 15 o 20 días. Sin embargo, no hay cabellera que en ese tiempo crezca al tamaño de la que lucía el reo antes de escapar.
 Emma

 
Otro privilegio: las visitas de su esposa, Emma Coronel.
 La llegada de Emma causaba un verdadero revuelo en el penal, no por el exuberante cuerpo de la exreina de belleza de la Feria del Café y la Guayaba de Canelas, Durango –con quien el narcotraficante se casó en julio de 2007 en una boda por todo lo alto, pese a ser un prófugo buscado por autoridades federales (Proceso 1609)–, sino por sus hijas: las gemelas de tres años que la acompañaban la mayoría de las veces y por quienes el sinaloense tiene una particular debilidad.

 Las niñas –una de ellas llamada Joaquina– ponían de cabeza el Cefereso al correr y gritar por todas partes. Siempre vestidas exactamente igual, con las mejores marcas. Testigos afirman que iban impecables, con un ajuar perfectamente combinado, desde el moño hasta los zapatos.

 Emma Coronel, de 24 años, comenzó a visitar al Chapo aproximadamente un mes y medio después de su encarcelamiento. Para las esposas o familiares de otros internos el trámite puede llevar meses.

 Ella iba la mayoría de las fechas de visita, cada nueve días.
 Aunque fuera de las últimas en llegar al penal, era de las primeras en entrar; y El Chapo era uno de los primeros en ser llevado por los custodios al área de visita y, por lo tanto, disponía de más tiempo. Se afirma incluso que sus reuniones ocurrían en un espacio especial, no como el resto de los internos.

 Quienes coincidieron con Emma en esas esperas antes de la visita afirman que ella no es prepotente; más bien sencilla y callada. Su rostro, de una belleza natural, contrasta con la voluptuosa figura producto de evidentes cirugías.

 Las revisiones para entrar a la visita familiar o visita íntima son vejatorias para las esposas e hijos de los demás; incluso se pide a los menores quitarse la ropa interior y a las mujeres desnudarse y aflojar brasier y pantaleta. No era el caso con Emma ni sus hijas.

 Contrario a lo que se permite a todos los demás visitantes, Emma entraba a ver a su esposo acompañada por su madre, Blanca Estela Aispuro, quien se encargaba de cuidar a sus inquietas nietas. En el penal, los menores sólo pueden entrar con un adulto, no con dos, y la visita es máximo de tres familiares, no cuatro.

 Visitas atípicas
 Mientras permaneció preso, Guzmán Loera no dejó de ocuparse de sus otras mujeres, a quienes enviaba constantes saludos y mensajes por medio de los abogados, quienes lo visitaban diariamente. Éstos llegaron a comentar que El Chapo era responsable económicamente de una familia muy grande. Ahora se sabe que tiene al menos 18 hijos, y de todos se hace cargo.

Todos los días su defensor, Óscar Gómez Núñez, iba a visitarlo a la zona de locutorios para atender los asuntos jurídicos y personales del capo. Gómez Núñez es el abogado de confianza de Ismael El Mayo Zambada y también lo fue de Vicente Zambada Niebla cuando éste fue detenido en marzo de 2009 en la Ciudad de México.

 En entrevista, el senador Alejandro Encinas –quien tras la fuga del capo recorrió el penal junto con la Comisión Nacional de Seguridad– afirma que de acuerdo con la información que obtuvo de la Segob, había muchas visitas atípicas para un interno de alta peligrosidad.

 Era atípico “en cuanto a número de visitas y horas de duración de las entrevistas con sus abogados y con personas que no debieron tener acceso a una entrevista con él, como por ejemplo la diputada (panista Lucero Guadalupe Sánchez), quien además cometió suplantación de personalidad”, señala Encinas, “y por la información que obtuvimos, tuvo visitas recurrentes de distintas personas”.

 El senador detalló que las visitas de la diputada local sinaloense eran incluso en una sala de visita familiar, y según los datos que obtuvo de las autoridades, las reuniones con los abogados llegaban a durar hasta dos horas.

 Respecto a la alerta de fuga, Encinas señaló que no queda suficientemente claro el momento en el cual se dio parte al Ejército, que cubre el perímetro exterior. “Son vacíos de información que todavía existen”.

 Los privilegios del Chapo estaban a la vista de todos: abogados, familiares de otros presos y actuarios que llevaban notificaciones.
 También de las autoridades del penal, del Centro de Investigación y Seguridad Nacional –institución encargada de vigilar al capo– y de la Policía Federal, que todo lo veía y oía por las cámaras de video y los micrófonos instalados en las celdas.

 Además, familiares de otros internos afirman que el Altiplano es como una caja de resonancia, donde cada ruido, cada estornudo, cada plática se escucha; incluso sólo se permite que los televisores sean usados con audífonos, para no distorsionar u ocultar otros sonidos.
 Si hubiera habido golpeteos (como los necesarios para abrir el túnel por el cual supuestamente se fugó el capo), se hubieran escuchado; sin embargo, hace cuatro meses se iniciaron dentro del penal trabajos de impermeabilización, que se hacían durante el día.
 Las celdas son revisadas periódicamente, por sopresa, a cualquier hora.

 Se desnuda al interno o los internos y se les hace abrir las piernas, se inspecciona con perros cada milímetro de la celda para ver si hay sustancias o artículos prohibidos. Hay presos que son amonestados incluso si se atrevieran a tener una pluma; sólo tienen derecho a un repuesto y hojas para escribir, libros y un televisor, sólo si lo aprueba el Consejo Técnico del Cefereso.

 Sin duda el preso 3578 era privilegiado.