Reportaje: “El Chapo” permitió a televisoras extranjeras conocer sus dominios
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Escena del documental presentado en Texas |
En la cima de la montaña más alta de La Tuna, en Badiraguato, Sinaloa, entre una base del Ejército y la finca rosada de doña Consuelo Loera, madre del capo más famoso de México, se yergue una propiedad que destaca por sus altos cipreses, verdísimos jardines, naranjales, coloridos rosales y una enorme palapa. Se llama El Cielo y era una de las guaridas de Joaquín El Chapo Guzmán, quien siempre estuvo a la vista de un gobierno que supuestamente lo persiguió 13 años.
Angus MacQueen y Guillermo Galdós –directores del documental The Legend of Shorty (La leyenda del Chapo), coproducción de Canal 4 de Inglaterra y de las compañías estadunidenses Discovery Channel y Public Broadcast Service (PBS)– hace dos años establecieron contacto con el líder del Cártel de Sinaloa para entrevistarlo.
A finales del pasado diciembre Guzmán se negó a dar “por el momento” una entrevista, pero durante dos años les abrió a MacQueen y Galdós una de las puertas del mundo en el que vivió.
La premier del documental tuvo lugar el viernes 7 en el South by Southwest Festival, en Austin, Texas.
El Cielo
“Él desde chiquillo aspiró siempre a moverse”, dijo doña Consuelo Loera
desde su finca en La Tuna refiriéndose a su hijo El Chapo en entrevista para el
documental, obtenida, según los directores, por instrucciones del capo.
Ante las cámaras, con el rostro sereno como quien habla de las travesuras de
sus pequeños, narra que cuando Joaquín era chico enrollaba los billetes de
colores del Turista Mundial, y aunque eran de fantasía él le pedía que se los
guardara.
“Billetitos que de a 50, que de a 5….y el juntaba y juntaba y hacia macitos
y los amarraba y me decía, mama guárdamelos guárdamelos”. Eran de colores pero
al verse juntos se veían como billetes, tenía la curiosidad de juntarlos y yo
se los guardaba.
La finca a la que se llega por un camino pavimentado y empedrado está apenas
a unos minutos del refugio preferido de Guzmán, hasta donde llegaron las cámaras
el lugar se llama El Cielo y desde ahí El Chapo podía ver la casa de su madre,
que el mismo mando construir y el cuartel militar que en coche apenas está a 10
minutos.
Aunque la casa de una sola planta no es ostentosa, Galdós señala que el lujo
es la majestuosa vista panorámica de sus dominios y la tranquilidad que ahí se
respira.
Con la tecnología satelital debe ser un lugar que difícilmente pasaría inadvertido,
sobre todo si se encuentra en territorio de Guzmán Loera.
Dicen sus allegados que allá fue El Chapo luego de escapar del penal de
Puente Grande en 2001. Y es El Cielo donde fue grabado un video subido a You-Tube
en el 2012 interrogando a un presunto miembro de un bando contrario, amarrado a
un poste y con los pantalones hasta las rodillas.
Galdós, periodista de Lima, Perú, señala en entrevista que por su trabajo el
ha hecho reportajes en distintas zonas de conflicto en las que invariablemente hay
fuertes retenes de policías o militares. “Después de subir 6 veces al
territorio del Chapo, mi sorpresa fue que nunca me topé con un retén en el que
me revisaran, aunque hay una base militar al lado de La Tuna”, dice.
Agrega que una de las historias que se cuentan de Guzmán, es que era tal su cercanía
con los soldados que cuando murió uno de sus sicarios más veteranos les pago
para que permitieran que en la base militar aterrizara la aeronave que traía el
cuerpo y poder despedirse de quien tanto le había servido.
Galdós cuenta que las noches que pernocto en las tierras de Guzmán, su mayor
preocupación era que llegara un ataque del Ejército y los aniquilaran. “No te
preocupes, de cualquier operativo nos avisan dos horas antes. Al comandante de
la ciudad (Culiacán) ya lo tenemos bien arreglado” le dijeron los hombres del
Chapo. Lo cierto es que mientras visito la sierra de Badiraguato, nunca hubo ni
por asomo una incursión militar.
Las Huestes
A lo largo del documental aparecen personajes primitivos, elementales, que
componen los diferentes eslabones de la cadena de producción y distribución de
droga que hizo que Guzmán fuera catalogado por el gobierno estadounidense como
el narcotraficante más poderoso del mundo. Viendo y escuchando los testimonios
de las huestes del Chapo es difícil pensar que sean exitosos en el negocio de
las drogas solo por buena suerte.
Uno de estos personajes es el Flaco, a quien Galdós describe como una
persona sacado de una película de Hollywood: al servicio del Chapo y
responsable del tráfico de cocaína desde Sinaloa hasta Tijuana, con veinte años
de trasegar drogas y nunca detenido, él fue el conducto para entrar a uno de
los círculos de Guzmán.
También desfila un pintoresco sinaloense apodado El Chino, quien tiene y
canta a cámara su propio corrido. Es un piloto famoso por llevar por aire la
droga a Estados Unidos. Es uno de los pocos que enseñan su rostro abiertamente,
casi con orgullo, y muestra su habilidad para aterrizar en pistas diminutas en
la sierra de Sinaloa de las cuales hay docenas.
Luego vienen los independientes los que trafican su propia mercancía en
menor escala pero deben respetar el precio que fija el Cartel de Sinaloa y
pagar derecho de piso, si no quieren morir. Como ejemplo aparece un traficante
que con la cámara de testigo guarda más de seis paquetes de metanfetaminas en
distintos compartimientos de la pick up azul, cada uno con valor de 5 mil 500 dólares
y lo cruza exitosamente a los Estados Unidos.
La impresión que me dio de estos personajes reflejan la realidad de Sinaloa;
todos eran auténticos sinaloenses, gente acostumbrada al mundo del tráfico y el
contrabando, un mundo en el que se sienten seguros dice Galdós.
Por último se muestra el rostro y modo de vida de los campesinos, el eslabón
más frágil de la cadena criminal multinacional que deja millones de dólares en
todo el mundo. El documental exhibe sus vidas humildes pese a las toneladas de droga que
sus manos producen; contrastan con la vida de los narco juniors exhiben en sus
cuentas de Twitter y Facebook.
Campesinos niños, adolescentes y adultos aparecen rayando la amapola o
cortando, secando o haciendo pacas de marihuana que se van a Estados Unidos.
“Si comparo mi experiencia con traficantes de Rio de Janeiro que estaban
llenos de oro, esta gente es bien básica; tienen solo su .38 súper, su cuerno
de chivo, una cuatrimoto y su bolsa de perico a un lado” dice Galdós. La mayoría
de los hombres de la sierra consumen cocaína, no marihuana. ¿Que pensaron cuando supieron de la captura de Guzmán a unas semanas del
estreno del documental? Se le pregunta a Galdós.
-Pensamos que le había llegado la hora de cambiar de cara a la organización y
que esto era algo quizás que había sido un pacto, un arreglo, que se había acordado
su arresto. Me parece muy raro que haya estado solo, sin su seguridad, dicen
que andaba protegido como un presidente.
¿Porque piensa que El Chapo les abrió una ventana a su mundo?
-Sabía que habíamos hablado con gente de organizaciones criminales de otra
parte del mundo y que nuestro interés principal era entender cómo funcionaba el
negocio…
Tal vez quería mostrar ese mundo de la sierra y enseñar que no son los
productores los que tienen las grandes ganancias. La ganancia está en los que
la trafican, pero sobre todo en los que la distribuyen.
Trailer del Documental: