Cuando los Zetas reclutaban sicarios en San Fernando organizando peleas a muerte.
Esta historia surgiĆ³ en el 2011 cuando Tamaulipas atravesaba una crisis de seguridad principalmente en la zona fronteriza desde Nuevo Laredo hasta Reynosa pero principalmente en San Fernando donde se contaron decenas de historias de terror como los migrantes masacrados en 2010 a raĆz de la guerra que inicio entre el CĆ”rtel del Golfo y Los Zetas, por lo que los Zetas requerĆan de nuevos miembros para mantener su guerra con el CDG que habĆa iniciado ese 2010 ya que en el periodo 2010-2011 fue uno de los mas violentos en Tamaulipas ya que ambos grupos combatieron fuertemente por el control de sus zonas por este motivo tanto los Zetas como el CDG comenzaron a reclutar gente forĆ”nea para ser sicarios ya sean migrantes centroamericanos o hasta los mismos mexicanos de otras partes de la repĆŗblica que por diversos motivos tenĆan que viajar por Tamaulipas y al toparse con los miembros del crimen organizado eran forzados a convertirse en sicarios por lo que en ese periodo muchas personas desaparecieron en territorio tamaulipeco.
Esta una de esas historias que se contaron en esta frontera por aquellos aƱos.
El autobĆŗs hacia su parada obligatoria en la ciudad de San Fernando, Tamaulipas con destino a Reynosa. Llegaron a la terminal, bajaron dos personas y subieron cuatro, haciendo un total de 15 pasajeros en el autobĆŗs. SaliĆ³ de la terminal para seguir su ruta, eran las 8 y media de la noche del 25 de marzo del 2011, salieron rĆ”pidamente del pequeƱo pueblo, no querĆan ser vĆctimas de los delincuentes que operan en la ciudad, sin embargo, esa noche serĆa la Ćŗltima que temerĆan, pues ya los estaban esperando.
Las calles de San Fernando en ese tiempo se vacĆaban a las 6 de la tarde. El pequeƱo poblado queda como pueblo fantasma al caer la noche, nadie sale de sus casas, todos se resguardan por el miedo a Los Zetas. Solo se pueden ver algunas camionetas de lujo circulando por las calles vacĆas, nadie se quiere topar con ellos.
El autobĆŗs iba saliendo de la ciudad, el chofer mirĆ³ a lo lejos unas camionetas atravesadas a mitad de la calle y unos hombres encapuchados empuƱando sus AR-15, en ese instante supo que todo habĆa acabado. Los hombres le marcaron el alto al autobĆŗs, el chofer tuvo que detenerse. Los hombres se acercaron al autobĆŗs apuntando sus armas y gritando, "Abre la puerta cabron, muĆ©vete hijo de puta si no quieres que te pegue un tiro en la pinche cabeza”, el chofer temblando abriĆ³ la puerta del autobĆŗs, al instante subieron los hombres armados, uno de ellos le dio un golpe en la cara con su arma al chofer mientras otros dos entraban al Ć”rea de pasajeros gritando, “Ya se los cargo la chingada a todos putos”, las personas que iban a bordo estaban aterrorizadas, las mujeres lloraban y los niƱos se abrazaban a sus padres llorando, todos estaban en desconcierto, pensaban que solo era un asalto, pero no era asĆ.
Le ordenaron al chofer siguiera conduciendo, lo llevaron por varios metros de la carretera hasta llegar a una brecha, le indicaron que entrara por ahĆ, recorrieron 10 kilĆ³metros aproximadamente en la terracerĆa, los mĆ”s largos en la vida de los pasajeros. Llegaron a una parte muy amplia y sin monte, en medio de la nada, alguna parcela, estaba muy oscuro. AhĆ se encontraban 20 camionetas aproximadamente, de lujo, y tambiĆ©n 3 autobuses de varias lĆneas, unos tenĆan impactos de bala, las llantas ponchadas, los vidrios rotos.
El hombre le indicĆ³ al chofer que detuviera la unidad, ahĆ separaron a hombres y mujeres, les ordenaron a todos los hombres que bajaran de la unidad. Bajaron aproximadamente 8 hombres que iban desde los 15 hasta los 50 aƱos. Los formaron abajo del autobĆŗs, y unos hombres se aceraron a ellos y empezaron a clasificarlos, sacaron a los que veĆan que estaban viejos o dĆ©biles, sacaron a dos ancianos y dos que parecĆan enfermos, los amarraron de pies y manos y los llevaron con un grupo similar. A los que quedaron les ordenaron que se quitaran la camisa y que esperaran ahĆ.
Todos se dirigĆan a una de las camionetas estacionadas y gritaban “HĆ”blenle al comandante” ahĆ se hizo presente ese hombre, que tenia vestimenta de comando en color negro, con chaleco antibalas y fornituras por todos lados, todos se dirigĆan a el como “Comandante”. El hombre se acercĆ³ a los pasajeros que habĆan bajado del autobĆŗs y les dijo con voz enĆ©rgica, tipo militar “A ver cabrones, el que quiera vivir que lo diga de una vez”, pero nadie contestĆ³, todos miraban al suelo, ni siquiera podĆan levantar la mirada por el temor. Un joven como de unos 15 aƱos se orinĆ³ de miedo en sus pantalones mientras visiblemente se veĆa que temblaba fuertemente como si tuviera frĆo y las lĆ”grimas corrĆan por sus mejillas. El mentado Comandante sacĆ³ su arma corta de la fornitura y sin titubear le pegĆ³ un tiro en la frente, el muchacho se desplomĆ³ de inmediato, mientras los otros hombres lo veĆan temblando aun mas de miedo. “QuiĆ©n mĆ”s es maricĆ³n” preguntĆ³ el Comandante. Nadie respondiĆ³. “Les preguntarĆ© por Ćŗltima vez, quiĆ©n puta madres quiere vivir” esta vez lo hizo gritando. Y todos los hombres levantaron la mano. “Bien, se les harĆ” una prueba a ver quĆ© tan chingones son, el que lo logre sobrevivirĆ”, el que no se chingo”, en eso le hablĆ³ a varios de los hombres que estaban en otras camionetas y les dijo “Traigan los marros” y los hombres trajeron un mazo para cada hombre. “ A ver cabrones, la tranza es asĆ, se van a poner en parejas, y se van a partir la madre, el que sobreviva se viene con nosotros a jalar y se salva, el que no, pues se lo cargĆ³ la verga” eso dijo en tono sarcĆ”stico, mientras sus hombres reĆan. Los pasajeros quedaron pasmados por la noticia, no podĆan creer que fuera cierto lo que les ordenaba el individuo que mĆ”s bien parecĆa nazi que narco. Todos tomaron su mazo y se pusieron en parejas y veĆan a su contrincante con una mirada de miedo. “PĆ”rtanse su madre”, dijo el Comandante.
Unos de los pasajeros se acercĆ³ llorando a Ć©l diciĆ©ndole, “Por favor seƱor, yo no quiero hacer esto, le doy todo el dinero que traigo y mi casa pero dĆ©jenos ir”, el Comandante lo vio fijamente a los ojos, le quitĆ³ el mazo y le dijo, “EstĆ” bien pinche maricon, vete” y tan pronto el hombre dio la vuelta le pegĆ³ con el mazo en la cabeza con una fuerza brutal, el hombre cayĆ³ al suelo baƱado en sangre y comandante se puso como loco dĆ”ndole golpes en la cabeza con el mazo como 20 veces hasta que quedĆ³ deshecha totalmente. “Esto es lo que tienen que hacer hijos de puta, usar los huevos, el que no quiera que me diga y yo le parto su madre”, todos los hombres comenzaron a pelear entre si.
El chofer del autobĆŗs seguĆa con el hombre que lo interceptĆ³ junto con las mujeres y los niƱosdentro de la unidad. AhĆ subieron varios hombres armados mas y bajaron a las muchachas que les parecĆan mĆ”s guapas, mientras les gritaban “MuĆ©vete puta”, todas lloraban y gritaban al igual que los niƱos, uno de ellos dijo, “A ver perras, denme a sus cachorros” y las madres lloraban abrazando a sus hijos, que iban desde reciĆ©n nacidos hasta los 8 aƱos mĆ”ximo. LosniƱos se aferraban a sus madres mientras se los arrebataban los sicarios. Los bajaron a todos y se los llevaron, mientras unos sicarios golpeaban a las mujeres que quedaban en el autobĆŗs.
A las jĆ³venes que bajaron las llevaron a una casucha donde habĆa mĆ”s mujeres jĆ³venes, todo estaba oscuro y sucio, y se escuchaban gritos y lamentos, ahĆ les arrancaron sus ropas y las comenzaron a violar. Dentro de esa casucha habĆa aproximadamente 30 mujeres que estaban siendo violadas, otras mĆ”s estaban despedazadas en el piso.
A los niƱos los llevaron a otra parte, en donde habĆa unos tanques con Ć”cido, ahĆ los aventaban, se oĆan los gritos de dolor mientras se deshacĆan. Y los sicarios solo reĆan a carcajadas, uno de ellos les gritĆ³ a los demĆ”s, “Ya va a estar el caldo”.
El hombre le ordenĆ³ al chofer que encendiera la unidad, y lo dirigiĆ³ hasta un lugar en donde vio a todos los que habĆa separado del grupo por estar viejos o dĆ©biles, estaban tendidos en el piso en una lĆnea amarrada de los pies y de las manos. “Pasa por arriba de ellos” le dijo el sicario al chofer. El conductor lo mirĆ³ atĆ³nito, no podĆa creer lo que le ordenaba. “Que pases por arriba de ellos o te pongo ahĆ para que te lleve la chingada a ti tambiĆ©n pendejo”, le gritĆ³ el sicario al chofer a quien no le quedĆ³ mĆ”s que hacer caso. Mientras conducĆa podĆa sentir como si pasara por topes, pero la diferencia es que aquĆ podĆa escuchar los gritos de dolor de las personas que estaban abajo. Las mujeres dentro del autobĆŗs lloraban sin parar por aquel hecho tan horroroso. Y los sicarios que iban dentro solo reĆan. Hasta que terminĆ³ con la fila de personas, le ordenaron detenerse.
Fue ahĆ cuando el sicario le pegĆ³ un tiro en la sien al chofer y empezĆ³ a dispararles a las mujeres abordo. Bajaron y le prendieron fuego al autobĆŗs.
El Comandante reuniĆ³ a todos Los Zetas y les dijo, “Ya estuvo bueno de diversiĆ³n por esta noche cabrones. Traigan a los ganadores” y trajeron a los que habĆan matado a su contra con el mazo y les dijo, “Bienvenidos al grupo de Fuerzas Especiales Zeta, el otro ejĆ©rcito”.