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Repatriado Intenta suicidarse al lanzarse desde el barandal del puente 2 de Nuevo Laredo

Después de lanzarse del Puente Internacional "Juárez-Lincoln", de aproximadamente 18 metros de altura, Juan García no murió a la hora del impacto, sufrió graves fracturas y se encuentra en estado crítico en la ciudad de San Antonio, Texas. 

Fue ayer, 22 de febrero, cerca de las cinco de la tarde, cuando García, de 32 años, ingresó a México en calidad de deportado.

Al momento de ser repatriado, Juan caminaba sin esposas.

En su ansiedad, desesperación y tristeza, Juan logró escapar de las autoridades mexicanas; tan solo bastaron cinco minutos para que él corriera y se colocara al borde del precipicio.

En eso, se quitó la camisa y la tiro a las inmediaciones del Río Bravo y empezó a gritar: "Me voy a matar".

Tanto vendedores ambulantes como automovilistas trataron de tranquilizarlo, pero el esfuerzo fue en vano.

García emigró a los Estados Unidos a los 19 años. Tiene una pareja, la cual se desconoce su identidad, con la cual procreo dos hijos (9 y 7 años). Dicen que cursó hasta quinto de primaria y su principal oficio es la plomería.

Después de pedirle a Dios que cuidara de su familia, Juan cayó; mientras él caía, el hombre continuaba gritando de la desesperación. Le bastaron unos segundos para llegar al suelo.

En eso, las autoridades americanas corrieron para auxiliar a García. Las casetas para cruzar a los Estados Unidos, dicen los propios usuarios, estuvieron cerradas por una hora.

El caso de Juan es un ejemplo de tantos que suceden a diario en nuestras fronteras mexicanas.

Las personas que enfrentan un cambio drástico de vida, como sucede en una deportación, pueden experimentar emociones intensas de tristeza y ansiedad, dicen los expertos.

Minutos después, empezó a llover y los cielos se pintaron grises, haciendo la escena un poco más dramática.