¡Ya entrégate, hijo de la ching@d@, le decían los Militares! ¡Vengan por mí, c@brones! ¡Arriba Nuevo Laredo, Tamaulipas! ¡Puro Zeta!
Y de Juárez peleaban por lograr la hegemonía, los cuerpos policiacos y el Ejército exhibían falta de coordinación, tras un enfrentamiento entre militares y Zetas en esa ciudad, la madrugada del martes 19 de febrero, la incomunicación entre los cuerpos de seguridad de los tres órdenes de gobierno y el Ejército se tradujo en diferentes y hasta contradictorias versiones de los hechos.
Poco después de las 3:00 horas de ese día, comenzó un intenso tiroteo y se detonaron granadas en torno de la avenida Cipreses número 128, esquina con Mimbres, en las inmediaciones de las colonias Lucio Blanco y Jardines de California, una zona muy populosa de Torreón donde se ubican varias escuelas e industrias La balacera terminó alrededor de las 5:20.
Horas después de la batalla, durante los festejos del Día del Ejército, el comandante de la XI Región Militar Jorge Juárez Loera, comunicaba a los reporteros tres versiones distintas del hecho:
–Primero dijo que los militares habían detenido a un menor de edad que los condujo al sitio donde un grupo de hombres armados tenía una reunión
–Después, que el enfrentamiento se inició por labores de inteligencia que desde hacía tiempo habían ubicado ese domicilio
–Finalmente, que una llamada anónima denunció una concentración de hombres armados, de manera que, al llegar los soldados, éstos fueron atacados
Juárez Loera afirmó que el saldo de la refriega, que según él duró 45 minutos, fue de tres muertos, dos heridos y dos detenidos Cuestionado sobre la filiación de los sicarios, respondió: “ellos dijeron que son Zetas, vamos a creerles”
El general Juárez manifestó que hubo más de 500 cartuchos percutidos y tres vehículos asegurados.
Finalmente, la Procuraduría General de Justicia de Coahuila (PGJC) informó que en la confrontación murieron Carlos F Escamilla y otra persona identificada como Samites Los detenidos fueron Gerardo Rangel Villa, Jesús Cristo Saucedo Uribe, Benjamín Reyes García, Óscar Manuel Rivadeneira Mendoza y Aurelio Espinoza Martínez
Medios y testigos
Por su parte, el periódico El Siglo de Torreón publicó el 20 de febrero que la balacera comenzó cuando los militares siguieron un automóvil Neón que les pareció sospechoso, hasta llegar al domicilio donde se produjo la refriega Esa misma versión, sin citar la fuente se presentó en la mayoría de los medios de comunicación.
Pero vecinos del sitio, entrevistados por el corresponsal de Proceso, refirieron otra historia, con la que coincidieron mandos policiacos que pidieron no ser identificados:
La vivienda de la calle Cipreses tenía apenas cinco días ocupada, Poco después de las 2:00 horas del día 19, una patrulla de la Policía Municipal llegó al domicilio, sus ocupantes conversaron con los inquilinos y se fueron Cerca de las 3:00 horas, una camioneta blanca tipo Suburban arribó al sitio En su interior se escuchaba una acalorada discusión Unos 40 minutos después salieron,y desde la propia Suburban iniciaron el tiroteo
Alrededor de las 4:00 horas arribaron en operativo conjunto aproximadamente 130 elementos, entre policías federales y soldados Por las calles se escuchaban disparos, gritos, recarga de armas y carreras de personas.
Durante la confrontación, fue cortado el suministro de electricidad, pero no se supo si lo hicieron miembros del Ejército o los sicarios
Uno de los vecinos aseguró al reportero que los balazos duraron de las 3:20 a las 5:32 “Esa fue la hora en que se oyó el último disparo No crea que espaciados, las ráfagas eran continuas, más tupido que en Año Nuevo”.
Otro de los vecinos confirma: sólo momentáneamente, en medio de los gritos, cesaban los balazos y los militares Gritaban:
¡Ya entrégate, hijo de la chingada, bájate de allí…!
¡Vengan por mí, cabrones! ¡Arriba Nuevo Laredo, Tamaulipas! ¡Puro Zeta! y las ráfagas se reiniciaban
“Uno de los chavos andaba en las azoteas y los traía al puro pedo Era el que más gritaba jovencito de a tiro, Dicen que lo agarraron allá por la Secundaria 2”
Nadie conocía a los habitantes de la casa marcada con el número 128 de la avenida Cipreses
Eso sí, la noche de la balacera un carro se estacionó en la siguiente esquina Afuera de la casa tenían una camioneta y adentro otra, comentan Se refieren al Neón rojo, una pick-up y una Infinity, vehículos que fueron asegurados
Aunque el general Juárez Loera sostiene que no hubo caídos por la parte militar, uno de los diálogos con los vecinos, en una acera que no está acordonada, señala algo diferente:
–Ahí donde está usted parado, cayó un soldado –dice el testigo, mientras señala una mancha de sangre de casi dos metros de largo
Otros habitantes de la zona recuerdan e intercambian sus impresiones:
“En esa ventana quedó colgado uno de los muertos” “en la banqueta cayó el otro” “de esa cochera sacaron un cuerpo”
Y las consecuencias: “a la maestra de la casa amarilla le bajó la presión”… “a los que viven donde está esa estética, los sacaron en medio de la bronca”
¿Oíste los bombazos? Yo creo que traían bazucas dice uno de los niños que ese día no asistió a la escuela.
Acomodadas en mecedoras, varias mujeres del área aseguran que escucharon cuatro explosiones Una de ellas apunta hacia la casa de Los Zetas, donde se observa un agujero rodeado por una mancha negra
Toda una cuadra en torno del tiroteo permaneció acordonada la tarde del 19 de febrero, y sólo unos cuantos policías municipales mataban el tiempo jugando con el R-15 que apunta hacia arriba, hacia abajo, hacia ningún lado, mientras sus portadores reían distraídos.