Mi encuentro con el “Quemado” Líder de Los Zetas narco con mentalidad enferma
“Mi cliente seguía encerrado en La Palma, ahora El Altiplano. Afuera yo trataba con el Quemado, quien había quedado al mando de la plaza.
Mi cliente le había tomado mucha confianza a éste porque, según se cuenta, había salvado la vida de sus hijos, El Quemado me marcaba por el radio y saludaba, Cómo ha estado, licenciado. Hablábamos dos o tres cosas de jale y colgábamos, respetuoso el señor. Una noche me marca, Lic, qué onda; Todo bien, Señor; Mire, le hemos comprado un boleto para que mañana temprano se descuelgue a Toluca, urge hacerle una consulta.
¿Qué iba contestarle? Pues que sí, Seguro, mañana tempranito volamos a Toluca. Qué chingados haces en ese caso, ni modo que decir que tienes hueva. Ahí voy, preguntándome de qué iba todo el pedo, En el aeropuerto me recogieron en dos camionetas. Licenciado, el Señor lo está esperando, y me subieron a la de atrás. Llegamos a una colonia de casas de cartón y lámina, muy pobre, en una vi un chingo de carros.
Una fila de cabrones estaba amontonándose en la entrada. En cuanto bajé me recibió un comandante de la Federal de Caminos, un comandante que me estimaba. Licenciado, me abraza, Usted no tiene que hacer la cola.
En cuanto entré vi un chingo de altares y en estos hierbas, esculturas de diablos y velas. Vi que el señor estaba todo alterado, o sea El Quemado, alegándole a un ruco que estaba a un lado no sé qué mamada. Qué bueno que vino, Lic, le presento al Señor… y me dijo un nombre que no recuerdo mientras apuntaba al ruco, un viejo prieto y flaco, lleno de pulseras y colguijes.
Mire, aquí el señor me ha leído mi suerte, dice que alguien de mi gente me va a traicionar, así que necesito que a usted, a todos, les eche los huesos. El viejo me miró y sobre la mesa echó una montón de huesitos. Todos nos callamos por unos cinco minutos. Entonces el ruco volvió a clavarme su mirada. ¿Qué tal si al ruco, nomás por sus huevos, se le ocurría decir que yo iba a ponerle dedo a su Patrón? Pues ahí estoy, en las afueras de Toluca, frente al pinche Brujo.
Pues que el ruco voltea a mirar al Quemado y asiente con la cabeza. Chingue su puta madre, me dije, ya valió verga. Pero no: el Quemado se volteó hacia mí y se sonrió, y dice Mi Lic, sabía que usted era de los míos. Oh, qué la chingada, me dije. Pues me salí de la casa y me despedí del pinche brujo hasta de beso. Esa noche me invitaron a echar unos pistos. Fuimos toda la gente cercana, menos el Comandante. Ese güey era un bato muy fiel y hasta esa tarde siempre cuidó al Quemado como si fuera su escolta. Después de esa tarde nunca lo volví a ver”.
Francisco Medina Mejía, alias “El Quemado” “fue señalado como autor intelectual de la agresión a las instalaciones del Casino Royale (…) donde perdieron la vida 52 personas”, de acuerdo a informes de la Sedena.
El informe detalla que presuntamente “El Quemado” le ordenó a Baltasar Saucedo Estrada, alias “El Mataperros”, realizar el ataque que convulsionó a la sociedad mexicana en 2011.
El quemado era reconocido dentro de la organización criminal de Los Zetas “por la extrema violencia con la que lideraba las plazas donde se encontraba” y estaba considerado “uno de los colaboradores más cercanos de Miguel Ángel Treviño Morales, alias “El 40”, de acuerdo a las fuentes oficiales .
En 2010 se ocupó de liderar las operaciones de Los Zetas en Saltillo, estado de Coahuila, y a partir del 2011 “se desempeñaba como encargado de las actividades delictivas para dicho grupo criminal en el estado de Nuevo León y en la ciudad de Nuevo Laredo, en el estado de Tamaulipas, ambos en el norte de México.
En esta última ciudad se le atribuye el asesinato del general retirado Manuel Farfán Carriola, ocurrida el 2 de febrero de 2011, quien en el momento de su muerte era el jefe de seguridad pública de Nuevo Laredo.
Fue ejeutado en la carretera Nuevo Laredo-Piedras Negras, que comunica los estados de Tamaulipas y Coahuila en un enfrentamiento con el ejercito en 2012.
Según la versión, una patrulla militar se topó con una caravana de camionetas ocupadas por “El Quemado” y varios integrantes de Los Zetas.
Los soldados repelieron los disparos de los delincuentes y en el enfrentamiento murieron cuatro delincuentes, entre ellos “El Quemado”, así como decomisaron armas de gruesos calibres, vehículos y aparatos de radio comunicación.
La identidad de “El Quemado” se logró tras el análisis de varias cicatrices que presentaba así como por el hallazgo en el lugar del tiroteo de un arma que tenía grabada la anotación “Quemado”.