Cubanos inician plantón en plaza de Nuevo Laredo; buscan una respuesta de Trump
Más de 480 cubanos, entre ellos varios mujeres y niños, han iniciado un plantón permanente en la plaza Juárez de Nuevo Laredo, Tamaulipas, a un lado del puente internacional número uno, para protestar por la situación migratoria que los mantiene en el limbo legal.
El resto de mil cubanos que han llegado a esta frontera entre México y Estados Unidos desde enero pasado, cuando Barack Obama canceló la ley pies secos, pies mojados, están repartidos en los albergues religiosos para migrantes que operan en la ciudad, que se encuentran desbordados.
Organizaciones civiles como el Comité de Derechos Humanos de Nuevo Laredo alertan sobre la grave situación: “Estamos sufriendo una crisis humana, porque los más de mil cubanos no tienen acceso a servicios médicos de urgencia. Hay problemas de salud, inseguridad, alimenticios… Están totalmente abandonados. No hay una disposición del Estado mexicano para atenderlos”, señala el defensor de derechos humanos y titular de esa organización civil, Raymundo Ramos Vázquez.
La mayoría de los isleños llevan más de dos meses varados en esta ciudad, y las iglesias –principalmente la católica y la bautista– les ofrecen ayuda humanitaria.
Hay 11 albergues de diferentes iglesias donde estamos dándoles alimentos y techo seguro, pero algunos de ellos decidieron ir a dormir a la plaza Juárez, para hacer presión a fin de que el presidente Donald Trump se pronuncie si va a abrir otra vez la ley, y porque algunos albergues ya están saturados y, en su desesperación, decidieron quedarse en la explanada, explica en entrevista Lorenzo Ortiz, pastor de la Iglesia evangélica Emmanuel, coordinador del movimiento Ministerio del Río.
Un sueño
Para el sacerdote scalabriniano Giovanni Bizzoto, que dirige la casa del migrante Nazareth, la situación es delicada, ya que los cubanos no quieren regresar a la isla ni quedarse en México: Ellos siguen soñando que Donald Trump les dé la posibilidad de entrar a Estados Unidos, algo que ciertamente en el momento político es muy difícil; esa posibilidad es casi imposible.
Bizzoto los ha invitado a buscar planes alternativos: Desde hace dos meses que llegaron aquí, 30 ya están trabajando, consiguieron vivienda; otros 30 ya están trabajando todos los días, y entran y salen; 50 cubanos van del albergue a la plaza Juárez y de la plaza al albergue. Y en días pasados un grupo decidió quedarse a dormir en la plaza para llamar la atención, pero creo que es una decisión muy peligrosa para ellos, asegura el sacerdote scalabriniano.
Comentó que 700 cubanos han pedido la regularización con el Instituto Nacional de Migración (INM), de los cuales 150 ya recibieron respuesta, mientras otros prefirieron trasladarse a Monterrey o Guadalajara: La mayoría de los que tenemos en este albergue sí solicitaron regular su situación para permanecer legalmente en México.
Señala: Aquí los estoy motivando para que busquen trabajo y vivienda. Si no pueden entrar a Estados Unidos, lo mejor es que no se queden con los brazos cruzados, para que traten de explorar oportunidades. La realidad se está transformando para ellos, aunque algunos siguen soñando con entrar a Estados Unidos. Un sueño que sigue siendo muy lejano de alcanzar.
Para el sacerdote y activista de derechos humanos, que lleva cinco meses trabajando en ese albergue y 16 años en Los Ángeles atendiendo a migrantes, ni siquiera la posibilidad de un milagro puede cambiar su situación: “Seguimos esperando un milagro desde hace 10 años para los dreamers; seguimos esperado un milagro para los millones de indocumentados, y todos sabemos que para los cubanos se acabó su situación de privilegio”.
Por eso insiste a los migrantes: Si México les da una oportunidad para quedarse, no la desperdicien.
Su colega el pastor Lorenzo Ortiz explica que la opción de convertirse en residentes atrae a algunos cubanos sólo para tener luego la oportunidad de quedarse en Canadá o en otro país: “A ellos les afecta. Lo primero que dicen es que no quieren ser residentes mexicanos, pero es la única opción que les va quedando, en lugar de alcanzar el sueño americano.
Estamos viviendo una crisis humana, aunque varios ya están poniendo negocios en la ciudad. Algunos, sin embargo, insisten en pasar la frontera sin medir los riesgos. Eso es lo peligroso. Por eso se necesita la intervención de las autoridades.
En el limbo
Lo más grave de esta situación que se ha desbordado, dice el activista Ramos Vázquez, es que no hay una organización nacional o internacional que los respalde: El gobierno mexicano sigue sin tomar una postura final, para saber qué van a hacer con ellos; ahorita tienen permisos provisionales para estar en el país. Ellos quieren llegar a Estados Unidos como punto final; no les interesa estar en México, no quieren regresar a Cuba, pero mientras están en la plaza Juárez, están en riesgo de sufrir extorsión, desaparición forzada, secuestro y trata de mujeres.
La inseguridad que ha imperado en Nuevo Laredo hace temer las consecuencias de su decisión: “Es muy preocupante que hayan llegado a tomar la decisión de permanecer y dormir en la plaza Juárez, por la inseguridad que tenemos. Hemos estado monitoreando que no salgan de la plaza, que tengan un teléfono con el número de emergencias, que cuiden a las mujeres, que no anden solas, que no acepten ofrecimiento de personas particulares; que procuren no alterar el orden ni tomar bebidas alcohólicas, para que la autoridad no tenga la justificación de detenerlos, y que no acepten la intermediación de abogados que han intentado extorsionarlos.
Nuestra preocupación es que en este primer momento el gobierno mexicano ha sido tolerante con ellos, con su permanencia en la frontera, pero seguramente esa tolerancia va a ir disminuyendo y llegará un momento en que las autoridades migratorias pretendan regresarlos a su país.
Mientras tanto, señala, es necesario que el Estado mexicano les garantice su permanencia con medidas de protección, salud y seguridad: Urge que los tres niveles de gobierno estén representados en la plaza Juárez. Hay una sicosis terrible entre ellos por las historias que han escuchado del crimen organizado y las cosas que ellos han padecido, como secuestros, extorsiones y golpes, además del problema emocional para las mujeres cubanas, y nadie está haciendo nada por ellos.
A pesar de la crisis humana que viven, lo que más sorprende es que ninguna autoridad los atiende: Seguramente las autoridades piensan que los cubanos van a ir a sus oficinas a pedirles ayuda, cuando debería ser al revés. Por eso estamos haciendo un llamado para que estén cerca de ellos con un representante, una brigada, con un módulo de atención en la plaza Juárez, no a control remoto, como están haciendo los tres niveles de gobierno.
Por el momento, explicó, se requiere la intervención de elementos de seguridad pública, para que hagan recorridos de vigilancia durante las 24 horas.
A pesar de que Amnistía Internacional ha llegado para ofrecerles asistencia humanitaria solamente unos días, tampoco la agencia de Naciones Unidas para los refugiados ha tomado cartas en el asunto de manera permanente. Según cifras publicadas, alrededor de 60 mil cubanos cruzaron desde México a Estados Unidos, 43 mil de ellos por la frontera con Nuevo Laredo, Tamaulipas, un dato que puede agravar la situación.
"La decisión final de los cubanos la tiene Donald Trump, pero mientras están en nuestro país se encuentran bajo nuestra responsabilidad, y debemos tomar acciones inmediatas que les beneficien, para que no sea demasiado tarde. La reacción del Estado mexicano es insuficiente. Estamos rebasados y estaremos más, porque en las próximas semanas se espera una nueva avalancha de migrantes."