Regresa violencia a Nuevo Laredo, México, cárteles pelean territorio
NUEVO LAREDO, Mexico — La guerra de las drogas está de regreso en esta ciudad fronteriza, frustrando las esperanzas de varios años de relativa paz que se habían convertido en la nueva norma común.
Mientras la violencia no ha alcanzado los niveles de la guerra de los cárteles a principios de la década de 2000 y 2010 —cuando los tiroteos a plena luz del día, descarados homicidios de funcionarios del gobierno y macabras exhibiciones de cadáveres eran comunes —enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y los delincuentes armados se han vuelto eventos semanales.
La última ronda de violencia, dicen los observadores, es el resultado de una lucha interna entre antiguos miembros del alguna vez todo poderoso cártel de los Zetas que han creado sus propias organizaciones criminales.
En junio, una de las facciones dio a conocer un video que mostraba al ex jefe de la unidad de homicidios de la policía de Nuevo Laredo retenido a punta de pistola y después dio a conocer una fotografía que mostraba su cadáver.
La policía estatal reporta que han estado involucrados en tiroteos con hombres armados en camionetas, incluyendo una confrontación del 31 de julio que dejó un soldado muerto. En las primeras horas del 7 de agosto, hombres armados dispararon en dos bares de la ciudad, dando muerte a una persona.
El 8 de agosto, un residente de Nuevo Laredo cruzó el puente a Laredo y le dijo a la policía que siete de sus familiares, ciudadanos norteamericanos, incluyendo un menor de 2 años y unos gemelos de 20 meses de edad que vivían en México, habían sido secuestrados.
El hombre, reconoció que algunos de sus familiares estaban involucrados en el tráfico de drogas y dijo que su casa había sido saqueada, se establece en un reporte policíaco.
Ése mismo día, una operación conjunta del ejército mexicano y la policía estatal registraron una casa y rescataron a 17 residentes de Nuevo Laredo que habían sido secuestrados. Entre los rescatados estaban los familiares reportados como desaparecidos a la policía de Laredo, de acuerdo a la Oficina del Alguacil del Condado de Webb.
Más de 10.000 camiones al día atraviesan la región en su camino hacia y desde Laredo, el mayor puerto comercial en la frontera Texas-México. Eso hace a Nuevo Laredo, que está en la carretera que conecta el centro industrial del norte de México, Monterrey, con la Interestatal 35 en Texas, un punto de tránsito crucial para los traficantes de drogas.
Nuevo Laredo, una ciudad de cerca de 375.000 personas, ha experimentado enfrentamientos regulares entre los grupos de las drogas por más de 15 años. El nuevo brote de violencia interrumpe la relativa paz de los últimos tres años, aun cuando otras ciudades fronterizas como Reynosa y Matamoros han sufrido de violencia sin control por parte de los cárteles.
El miércoles por la mañana, la sensación de ciudad bajo asedio que caracterizaba a Nuevo Laredo durante la época de mayores luchas entre los cárteles no era evidente en las calles cercanas a los puentes internacionales con Texas. Se ha ido el transporte blindado con personal que alguna vez apuntaba su cañón por la calle principal, la Avenida Guerrero, y los vigías del cártel, que alguna vez vigilaban desde las esquinas, no se veían por ningún lado.
Las fuerzas policíacas municipales en todo el estado de Tamaulipas fueron desarticuladas en el 2011, pero los barrios cercanos a los cruces internacionales son vigilados estrechamente por la policía estatal y el personal del ejército mexicano, dijeron los residentes. El peligro real reside en las periferias, donde los criminales mantienen su influencia.
Cristianos evangélicos de los Estados Unidos, predicaban en la Plaza Hidalgo y en la Plaza Juárez, la más cercana al puente peatonal, los vendedores y los boleros estaban más preocupados acerca del reciente cierre de la tienda H-E-B en el centro de Laredo, lo cual dijeron había reducido el tráfico peatonal hacia los Estados Unidos.
“Durante el día, está tranquilo, pero en la noche cambia. Ya sabes, disparos, ese tipo de cosas”, dijo Miguel Villarreal, de 31 años, un residente de San Antonio, quien dijo que estaba en uno de los viajes que hace cada año para visitar a su familia en Nuevo Laredo.
Surge terror
Las autoridades en los Estados Unidos están nerviosos al observar la situación en Nuevo Laredo.
Los oficiales a lo largo de la frontera de Texas recuerdan cuando a principios de la década del 2000, cuando los cárteles del Golfo y de Sinaloa luchaban por el control de Nuevo Laredo, el número de homicidios al cruzar la frontera en Laredo, una ciudad de 250.000 habitantes, generalmente con cerca de 10 homicidios al año, se incrementó a más de 20.
En el 2011, la policía de Laredo arrestó a un grupo de operadores del cártel que dijeron seguían a tres víctimas, y luego contrataron a homicidas a sueldo de las organizaciones criminales de Estados Unidos para ejecutarlos.
“Creo que hubo un periodo de calma”, dijo Fred Garza, comisario en jefe para la Oficina del Alguacil del Condado de Webb. Los cárteles “solo estaban esperando a ver lo que pasaba para dar el siguiente paso”.
Garza y la Oficina del Alguacil hoy se encuentran en una colaboración con varios condados para combatir a los traficantes de drogas. Ellos están soliciantdo a las oficinas de los alguaciles a lo largo de 300 millas de frontera, desde los condados de Starr hasta Val Verde, que se les unan para solicitar 42 millones de dólares en subvenciones para un programa de cinco años a fin de instalar cámaras y sensores a lo largo de la frontera, además de los sensores y las cámaras que ya utilizan la Patrulla Fronteriza y el Departamento de Seguridad Pública.
Otro aspecto de la colaboración, la cual Garza dijo ayudaría a que los condados combatieran potenciales extensiones de la lucha de los cárteles en México, sería una iniciativa de inteligencia compartida.
Una organización criminal puede controlar cientos de millas de frontera, así que las agencias del orden en condados distantes podrían estar investigando al mismo grupo, dijo.
Es particularmente importante que la inteligencia obtenida de las cárceles de los condados, a las cuales él llamó “una mina de oro de información”, sea compartida entre las diferentes agencias del orden en la frontera, dijo Garza.
Los grupos luchando por el control en Nuevo Laredo son antiguos miembros de los Zetas quienes han iniciado sus propias organizaciones criminales, dijo Arturo Fontes, un ex agente de FBI y un consultor de la Oficina del Alguacil.
Los Zetas iniciaron como un grupo de ex soldados de fuerza especial trabajando para el Golfo del Cártel. Desde su concepción a finales de la década de 1990, el grupo creció de una unidad de comando especial del cártel a una de las más grandes organizaciones criminales en México, involucrada en el tráfico de drogas, tráfico humano, venta de productos piratas, venta de protección y fraudes de obra pública.
En el 2012, por primera vez en la historia de los Zetas, alguien sin entrenamiento militar asumió el mando del cártel. El oriundo de Nuevo Laredo, Miguel Treviño Morales, conocido por su señal en radio como “El Z-40” o “ Cuarenta” se convirtió en el jefe de los Zetas después que su líder, Heriberto Lazcano miembro fundador del cártel, fue muerto por los marinos mexicanos cerca de la frontera con Texas.
Treviño, conocido como un homicida despiadado —en el 2010, de acuerdo a una declaración de un informante a los agentes federales, el hermano menor de Treviño alardeó que el futuro jefe de los Zetas habría dado muerte a más de 2.000 personas— y después de su arresto en el 2013, el territorio controlado por los Zetas cayó en un periodo de paz relativa.
El año pasado, los miembros de la familia Treviño con base en Nuevo Laredo y en Texas empezaron a llamarse a sí mismos el Cártel del Noreste, dijo Fontes. Alrededor del mismo tiempo, varios de los miembros fundadores de los Zetas terminaron de cumplir sus sentencias en prisión en México y fueron liberados.
Treviño ha sido visto como un usurpador por algunos miembros de los Zetas. Él escaló los rangos de los miembros fundadores conforme éstos morían o eran arrestados. En un juicio del 2013 en Austin, Jesús Enrique Rejón Aguilar, un ex cabo de las fuerzas especiales mexicanas y ex miembro de los Zetas conocido como Mamito, testificó que sospechaba que Treviño estaba detrás de su arresto en México en el 2011.
Los Zetas originales, recientemente liberados, se sienten irritados por el dominio del advenedizo Cártel del Noreste, dijo Fontes, y formaron su propio grupo, llamándose Zetas Vieja Guardia, o la Vieja Guardia de los Zetas, Zetas Vieja Escuela; y Comandante Bravo.
Se han unido a otros grupos de Zetas disidentes y facciones del Cártel del Golfo para desbancar a la familia Treviño, dijo. Fue la Vieja Guardia de los Zetas quien tomó la responsabilidad por la muerte del comandante de homicidios en Nuevo Laredo.
La lucha empezó a principios de año en Ciudad Victoria, la ciudad capital en el centro de Tamaulipas, y desde entonces se ha diseminado a la frontera.
“Muchas de estas personas salen y quieren su tajada del pastel”, dijo Fontes.
¿Volverá el auge?
El reciente brote de violencia ha desanimado a aquellos que pensaron que con varios años de paz podría regresar el auge al distrito central de Nuevo Laredo, cuando los visitantes estadounidenses llenaban los bares y las tiendas del mercado, muchas de las cuales han estado cerradas por años, dijo Ángel Abram Chávez, de 28 años de edad, quien trabajó como guía de turistas a principios de la década del 2000.
Cuando el presidente municipal, Carlos Canturosas ganó la elección en el 2013, rompiendo con el dominio político del Partido Revolucionario Institucional que ha sido ampliamente acusado de ser corrupto, los residentes estaban emocionados acerca del futuro, dijo Chávez.
La relativa paz durante el periodo de Canturosas, el cual finaliza en enero, ha afianzado eso. Entonces, este verano, los tiroteos regresaron.
“Había esperanza para que el turismo regresara”, dijo Chávez. “Pero en realidad, mientras el crimen organizado sea tan fuerte, nada va a cambiar”.
La oficina de Canturosas no respondió a múltiples solicitudes para una entrevista.
María Elena Martínez, de 54 años, regresgó a Nuevo Laredo el año pasado después de 11 años de vivir en los Estados Unidos ilegalmente. Ella recientemente abrió un puesto de tacos y snacks. Ella está decepcionada por el regreso de la violencia y está preocupada por su nieto de 13 años de edad, a quien ella está criando.
El martes, Martínez dijo, que los soldados registraron su barrio casa por casa.
“Pensé que estaba tranquilo, pero por supuesto todos estamos en peligro”, dijo. “Pero ¿qué vamos a hacer?”